Luces Tenues: Una historia de San Valentín / Dim Lights: A Valentine's Day Story (Concurso #120)

SPANISH:

En un pequeño café, al abrigo de las luces tenues, se encontraron María y Carlos. Era San Valentín, y el aire vibraba con la promesa del amor. María, con su cabello oscuro y ojos brillantes, esperaba nerviosa. Carlos, con su sonrisa tímida, llegó con un ramo de rosas rojas.

Se sentaron en una esquina, compartiendo secretos y risas. Las miradas se cruzaron, y el mundo se desvaneció. Hablaron de sueños, de pasiones, de todo lo que habían guardado en sus corazones solitarios. Las horas se deslizaron como pétalos de rosa, y el café se enfrió en sus tazas.

Cuando el reloj marcó la medianoche, Carlos tomó la mano de María. "¿Crees en el destino?", preguntó. María asintió, sintiendo que el universo conspiraba a su favor.

Carlos se inclinó y la besó. Fue un beso dulce, lleno de promesas y esperanza. En ese momento, supieron que habían encontrado algo especial. El café se llenó de magia, y sus corazones se entrelazaron como las enredaderas en primavera.

Continuaron su romance bajo las luces cálidas del café. Sus encuentros se volvieron rituales: los sábados por la tarde, cuando el sol se ocultaba y las velas parpadeaban en las mesas. Compartieron más que palabras; compartieron sus almas.

Una tarde, Carlos le regaló a María un diario. "Para que escribas tus pensamientos", dijo. María sonrió y comenzó a llenar las páginas con sus sueños y esperanzas. Carlos, a su vez, le dedicó poemas en cada esquina del diario.

En primavera, plantaron un pequeño rosal en el jardín detrás del café. Cada rosa que florecía era un símbolo de su amor. Las espinas no les asustaban; sabían que el amor también tenía sus aristas.

Una noche, durante una lluvia torrencial, María y Carlos se refugiaron en el café. Se abrazaron, empapados y riendo. "¿Recuerdas nuestro primer beso aquí?", preguntó María. Carlos asintió. "Fue como si el mundo se detuviera".

Desde entonces, cada San Valentín, María y Carlos regresan al mismo café. Las luces tenues los envuelven, y sus risas llenan el aire. Las rosas rojas siguen siendo su símbolo de amor eterno. Y en ese rincón, donde se encontraron por primera vez, escriben su historia de amor, una palabra a la vez.

ENGLISH:

In a small café, sheltered by dim lights, María and Carlos found each other. It was Valentine's Day, and the air vibrated with the promise of love. María, with her dark hair and bright eyes, waited nervously. Carlos, with his shy smile, arrived carrying a bouquet of red roses.

They sat in a corner, sharing secrets and laughter. Their gazes met, and the world faded away. They spoke of dreams, of passions, of everything they had kept in their lonely hearts. The hours slipped by like rose petals, and the coffee grew cold in their cups.

When the clock struck midnight, Carlos took María's hand. "Do you believe in destiny?" he asked. María nodded, feeling that the universe conspired in their favor.

Carlos leaned in and kissed her. It was a sweet kiss, full of promises and hope. In that moment, they knew they had found something special. The café filled with magic, and their hearts intertwined like vines in spring.

They continued their romance under the warm café lights. Their meetings became rituals: Saturday afternoons, as the sun set and candles flickered on the tables. They shared more than words; they shared their souls.

One afternoon, Carlos gifted María a diary. "So you can write down your thoughts," he said. María smiled and began filling the pages with her dreams and hopes. In turn, Carlos dedicated poems to her in every corner of the diary.

In spring, they planted a small rosebush in the garden behind the café. Each blooming rose became a symbol of their love. The thorns didn't scare them; they knew that love also had its edges.

One rainy night, María and Carlos sought refuge in the café. They embraced, soaked and laughing. "Do you remember our first kiss here?" María asked. Carlos nodded. "It felt like the world stood still."

Since then, every Valentine's Day, María and Carlos return to the same café. The dim lights envelop them, and their laughter fills the air. The red roses remain their symbol of eternal love. And in that corner where they first met, they write their love story, one word at a time.