Nos dimos cuenta que la mordida le entró por el ojo cuando dejamos de percibirle el brillo que reflejaba su alma en ellos.

Fue una tarde de Febrero cuando, en medio de las festividades carnestolendas, Claudia lo conoció. Recuerdo que esa noche no cesó de contarme lo fascinante que le resultaba su mirada con heterocromía. Entre música, bailes y risas dejamos de verla pasadas las 3 de la tarde, nos preocupaba que ella dentro de su ingenuidad, corriera peligro ante aquél misterioso turista que parecía salido de la nada y con quién no paraba de danzar.

Sentimos alivio al verla regresar a casa al anochecer, parloteando como solía hacerlo, con su cabellera al viento y su aura angelical. Al escucharle contarnos con emoción sobre los detalles de su velada, en el fondo, sentí miedo. Temor de que aquél hombre me robase a mi hermana para siempre y también miedo de que le hiciera daño. Recuerdo que me dije que al día siguiente la acompañaría hasta su lugar de encuentro, así me aseguraría de que él viera que ella no estaba sola y que tenía una amorosa familia al pendiente de su seguridad.

Nos dormimos de madrugada, Claudia parecía embriagada de éxtasis y expectativa. Yo tuve un sueño inquieto, ligero. Desperté con pesadez y con una sensación de angustia en mi pecho, giré hacia la cama de mi hermana y no la vi. Al bajar a desayunar estaba allí sorbiendo un poco de café con la mirada un poco perdida.

No supe cuando se fue. Pero me empecé a preocupar cuando le pregunté por la cita pautada con el desconocido y mirándome sin verme me dijo que no iría.

Desde ese día el miedo me acompaña. Miedo de verla a sus ojos opacos, porque estoy segura que lo que sea que ese hombre le haya hecho, lo hizo a través de su mirada. Miedo de que no regrese, miedo de tener que dormir con ella todas las noches.

Gracias por leer. 😊

Esta es mi entrada para la iniciativa de los amigos de @hispaliterario en el reto Nr 32 al que pueden unirse desde aquí. ¡Aun hay tiempo para participar!

Imagen de la portada realizada con IA de craiyon.com

Version English

We realised that the bite had gone through his eye when we could no longer perceive the gleam that his soul reflected in them.

It was one February evening when, in the midst of the carnival festivities, Claudia met him. I remember that night she kept telling me how fascinating she found his heterochromic gaze. Amidst music, dancing and laughter we stopped seeing her after 3 pm, we were worried that she, in her naivety, was in danger from that mysterious tourist who seemed to come out of nowhere and with whom she danced non-stop.

We were relieved to see her return home in the evening, chattering as she used to, her hair blowing in the wind and her angelic aura. Listening to her excitedly telling us about the details of her evening, deep down, I was afraid. Fear that this man would steal my sister from me forever and also fear that he would hurt her. I remember telling myself that the next day I would accompany her to their meeting place, so I could make sure he could see that she was not alone and that she had a loving family looking out for her safety.

We fell asleep in the early hours of the morning, Claudia seemed intoxicated with ecstasy and anticipation. I was a restless, light sleeper. I awoke with heaviness and an anxious feeling in my chest, I turned towards my sister's bed and did not see her. When I went down to breakfast she was there sipping some coffee, looking a little lost.

I didn't know when she left. But I started to worry when I asked her about the appointment with the stranger and she looked at me without seeing me and said she wouldn't go.

From that day on, fear has been with me. Fear of seeing her opaque eyes, because I am sure that whatever that man did to her, he did it through her eyes. Fear that she won't come back, fear of having to sleep with her every night.

Thanks for reading. 😊

This is my entry for the @hispaliterario friends' initiative in the Nr 32 challenge which you can join from here. There is still time to participate!

Cover image made with AI from craiyon.com