Marlene y sus 33 (Es/ En)

Dicen que existe una edad en la mujer, donde empieza a darse cuenta en toda su plenitud de todo su ser, donde empieza a estar más segura acerca de que quiere y como lo quiere, sí, diríamos la "edad interesante" de la mujer; donde ya la mujer generalmente ha aprendido a aceptarse con sus defectos y virtudes, tanto físicamente como emocionalmente. Todo esto lo estaba reflexionando Marlene, pues así mismo se sentía en estos momentos de su vida, pues justo estaba cumpliendo 33 años, estaba justo en ese balance entre todavía la belleza de la juventud y también empezando a entrar en esa etapa madura, donde ya la mayoría de las mujeres, tenían sus vidas definidas.

Muchas de sus amigas con la misma edad, ya estaban casadas con hijos, algunas hasta ya estaban divorciadas y todas coincidían en que justo a esta edad ya no estaban para andar despistadas en la vida, pues consideraban que no estaban para perder el tiempo... a diferencia de Marlene, que aún no se habían casado, ni tenía hijos, ella se había enfocado en otra forma de vida, a realizar sus sueños a trabajar por ellos, con algunas que otras decepciones amorosas, no había escapado de esto, pero había sabido como recuperarse y por fin, se sentía centrada y feliz con ella misma, desde que era una adulta, nunca se había percibido en mejor forma que ahora.

Muchos arrebatos de su juventud ya habían pasado, en estos 33 años de vida, cada año le había válido, ser la mujer que es ahora, a estas alturas ya nadie le vendría con cuentos, ya estaba curada de muchas cosas, sabía que aún le esperaban muchas cosas por aprender, pero ya se sentía más preparada para enfrentar lo que se le pusiera por enfrente, pues si algo había aprendido en estos años, era que el tiempo para cada quien era diferente, que el tiempo bien invertido daba buenos frutos y el perdido hasta los santos lo lloran, aunque sabía que en algún momento se casaría y también tendría sus hijos, no tenía prisa, ya que estaba segura de que el tiempo de Dios es perfecto, ni antes y después, sino cuando llegaba el momento, lo había comprobado y estaba conforme con eso. Eso también lo había aprendido.

Se sentía en la plenitud de su vida, pues las mujeres la veían como una mujer realizada, madura, bella, y los hombres la miraban como alguien interesante, que les exigía un mayor nivel de conquista. Marlene había logrado aceptarse a sí misma, era feliz con eso y era lo que emanaba, un amor propio que encandilaba, así que esta edad a la que estaba llegando era perfecta, 33 años bien vividos, con aciertos y errores, pero que la habían hecho ser quien era hoy día, una mujer segura y feliz.