El día estaba lluvioso, pero Joaquín no podía quedarse en casa. Igual, de tantas goteras, llovía más adentro que afuera. Llevaba meses poniendo la queja y el casero se hacía el sordo, y todavía el desgraciado tenía el descaro de amenazarlo cuando se retrasaba un poco en pagar. Mejor salir e intentar mejorar la situación.

El año iba complicado, pues sin trabajo estable, dependía de los encargos que le salían para repartir en su bicicleta.
En la despensa solo quedaba un pan y una naranja; la última de una bolsa que le habían regalado en un local donde llevó unos paquetes que eran demasiado pesados para su bici, pero que igual entregó.

Soñando con encontrar café por el camino se acomodó el impermeable, se encomendó a la virgencita del valle y salió a trabajar.

Miró su teléfono y el señor de la frutería lo estaba contactando para unas entregas tempraneras. Solían ser entregas muy pesadas para ir en bicicleta, pero mejor eso que nada.

Al llegar encontró que Don Facundo (el dueño de la fruteria) estaba solo en el local descargando el camión de las verduras. Le pareció raro pues era un señor bastante mayor y por eso siempre trabajaba con un par de ayudantes. Se ofreció a colaborarle antes de ir a llevar el paquete, que sorprendentemente, no era muy grande. Las cestas de fruta eran muy pesadas y esperaba que le dieran una buena propina por la ayuda.

Después de bajar la mercancía, el viejo le dió el encargo que por el cual lo había llamado y le dijo que pasara en la tarde buscando la propina que se había ganado, pues apenas iba abrir el local y no tenía para pagarle en ese momento.

Joaquín se fue desilusionado, pues pensó que ya no le pagarían. Iba a ir por la tarde y decir qué: "Don Facundo, vengo por la propina que me quedó debiendo de en la mañana". No. No le parecía bien eso, igual el se había ofrecido a ayudar, así que no pensó en volver, lo dejaría así.

La lluvia fue una bendicion y una maldición, pues con lluvia la gente pedía más domicilios, pero si estaba lloviendo estaba mojado y con frío, además que la carretera estaba resbalosa. Al final, el día fue un desastre. Una rueda de la bicicleta se rompió y terminó en el suelo con todo y pedido. El pedido malogrado era costoso y como tuvo que reponerlo terminó rescatando lo que pudo para cenar.

Cuando logró llegar a casa y encender el teléfono que llevaba horas sin batería. Vio que tenía al menos tres mensajes de Don Facundo. En el primero le decía que pasará por el dinero que le quedó debiendo en la mañana, en el segundo le ofrecía trabajar con él, como suplente de sus ayudantes, durante todo el fin de semana, y en el tercero le pedía que respondiera cuánto antes, para saber si contaba con él para el día siguiente.

Con los ojos nublados por el llanto Joaquín le dió gracias a su Virgencita del Valle porque a pesar del día espantoso, aún habia un poco de esperanza.

Está es mi participación para "Cuentame una historia", una divertida iniciativa que se lleva a cabo semanalmente y a la que invito a participar a @aurodivys y @dulce.crucita. Les dejo acá el link a la convocatoria de esta semana para que se animen.

_{Imágenes de mi propiedad tomadas con teléfono Motorola Edge 30 Neo}