En casa - Mi participación en cuéntame una historia

7 months ago

Mis periquitos miran su nueva piedra de cal con desconfianza, como lo hacen con cada elemento nuevo que introduzco en su jaula, incluso, los alimentos nuevos. Y aunque el amarillo siempre es el más atrevido, el primero en lanzarse a explorar el misterio; está vez, el azul le ha ganado.

Me sirvo un café negro para espantar el sueño atrasado y miro la montaña de informes esperando sobre la mesa de la cocina, mi nuevo escritorio. Hace una semana que no puedo ir a la empresa. Se ha dañado el ascensor del edificio y como siempre, los vecinos no se ponen de acuerdo para la reparación, por lo que no puedo salir de casa. Hace tiempo que la artrosis en mis rodillas me impide subir los escalones que llevan al segundo piso en que vivo.

Mi jefa, muy amablemente, me ha enviado un mensajero con los informes del viejo archivo, en los que estoy trabajando desde hace meses, con el fin de extraer las datas necesarias para un nuevo proyecto de la empresa. Así que aquí estoy, presa en mi departamento, con mis pericos, mi café y una montaña de trabajo.

Pero no es el trabajo lo que me está robando el sueño. Aún tengo tiempo para la entrega y de cualquier forma es mas cómodo hacerlo desde casa. El problema es que me sigo despertando, cada noche, con la misma pesadilla extraña y sin sentido.

Estoy en la azotea de un edificio y sé con la certeza extraña que se tiene solo en los sueños, que es la azotea del edificio en que vivo (aunque nunca he estado ahí). Me acerco al borde y miro las calles vacías; calles que a esa hora (porque sé que es medio día) deberían estar llenas de personas caminando apresuradamente. De repente, al mirar hacia el cielo, un ave de rapiña gigante se abalanza sobre mí. Sus uñas me desgarran la piel y el crujido que produce mi cuerpo me despierta asustada y sudando. Me pregunto si este raro sueño, será el presagio de algo malo.

Mis periquitos pelean y el ruido me hace alejarme del mal recuerdo del sueño. Me pregunto si, ellos, alguna vez sueñan, si tienen pesadillas extrañas. No me detengo en ese pensamiento, pues me espera la enorme montaña de trabajo.