La Puerta. Suspiria, concurso de terror. 3ra edición (Literatura): Presencias. [Esp/Eng]

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La puerta de roble, cubierta de polvo y de un tono oscuro, parecía tener un peso propio. María observó la manija, sintiendo cómo su mano temblaba antes de aferrarse a ella. El silencio en el pasillo era ensordecedor, solo interrumpido por su respiración entrecortada. Cautelosamente, giró la manija con un chirrido que resonó como un lamento en la casa antigua. La puerta se abrió lentamente, la habitación se estiró ante ella, como un túnel oscuro que parecía no tener fin. La luz de su linterna se adelantó, luchando contra las sombras que amenazaban con devorarla. El suelo crujía bajo sus pies, como si la casa misma protestara por su intrusión en ese lugar prohibido.

Los gruñidos, que hasta ese momento solo habían sido un sonido lejano y perturbador, se intensificaron a medida que avanzaba. Eran guturales, siniestros, como si una presencia malévola se escondiera en la oscuridad de la habitación. Cada paso que daba María, parecía acercarla más a esa fuente de pesadilla.

Finalmente, la linterna iluminó el rincón más oscuro de la habitación. Entre las sombras densas y el polvo suspendido en el aire, vio a su perro desaparecido. Estaba delgado y sucio, sus ojos destellando con un brillo sobrenatural. El perro, atrapado en la habitación, había quedado ahí cuando, explorando la casa, cayó por un hueco en la pared que conectaba a la habitación con el exterior, pero era demasiado alto para salir desde dentro, quedando encerrado por días.

María dio un grito de terror mientras su perro se acercaba tambaleante hacia ella, emitiendo gruñidos desgarradores. La linterna cayó de su mano, y el rincón oscuro se sumió en la negrura, pero ya no le importaba nada. Había enfrentado sus miedos más profundos y había encontrado a su amigo leal, aunque la verdad fuera más aterradora de lo que imaginó.

María rescató a su perro con lágrimas en los ojos. Había estado buscándolo hace dos semanas sin saber que el había caído en ese oscuro rincón de la casa. Desde ese día, la habitación permaneció iluminada, recordándole que a veces, nuestros miedos más profundos tienen explicaciones totalmente razonables.

The oak door, covered in dust and a dark hue, seemed to have its own weight. Maria looked at the handle, feeling her hand tremble before gripping it. The silence in the hallway was deafening, only interrupted by her labored breath. Cautiously, she turned the handle with a creak that echoed like a lament in the old house. The door opened slowly, and the room stretched before her like a dark tunnel seemingly without end. The light from her flashlight advanced, battling the shadows that threatened to engulf her. The floor creaked beneath her feet, as if the house itself protested her intrusion into that forbidden place.

The growls, which had until then been only a distant and unsettling sound, intensified as she advanced. They were guttural, sinister, as if a malevolent presence lurked in the darkness of the room. Each step Maria took seemed to bring her closer to that source of nightmare.

Finally, the flashlight illuminated the darkest corner of the room. Amidst the dense shadows and suspended dust in the air, she saw her missing dog. He was thin and dirty, his eyes gleaming with an otherworldly brightness. The dog, trapped in the room, had ended up there when, exploring the house, he fell through a hole in the wall that connected the room to the outside, but it was too high for him to escape from the inside, leaving him trapped for days.

Maria let out a scream of terror as her dog staggered towards her, emitting heart-wrenching growls. The flashlight fell from her hand, and the dark corner plunged into blackness, but she no longer cared. She had confronted her deepest fears and had found her loyal friend, even if the truth was more terrifying than she had imagined.

Maria rescued her dog with tears in her eyes. She had been searching for him for two weeks, unaware that he had fallen into that dark corner of the house. Since that day, the room remained illuminated, reminding her that sometimes, our deepest fears have entirely reasonable explanations.


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translated to English with Deep Translator


Está historia en 100% original y fue escrita para la 3ra. Edición del concurso de terror de Suspiria

This story is 100% original and was written for the 3rd edition of the Suspiria horror literature and art contest.



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Genial me encanta escribir.
Gracias 😊

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está genial la narrativa y el lenguaje que usaste para describir la escena de tu historia en aquella habitación. Tiene buen ritmo el escrito y una moraleja, por así decirlo, sobre los miedos sobre que lo desconocido puede ser algo que sí conocemos que cognitivamente le damos algo de oscuridad.

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Al principio pensé en hacerlo de manera distinta, pero después elegí la segunda idea que se me cruzó por la mente.
Gracias por visitarme, saludos.

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vaya, yo pensé que el perrito no la reconoció, menos mal que si lo hizo, me asusté jejeje

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El pobrecito se estaba muriendo, pero ella dejando sus miedos pudo ayudarlo ☺️
Gracias por pasar por aquí 👍

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Un relato con una narrativa interesante y un giro inesperado que invita a la reflexión sobre nuestros miedos. Menos mal el perro seguía vivo 🙏. Saludos, @jcchelme 🤗 y éxito en el concurso.

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A veces las sombras devuelven lo que quitan...

¡Felicitaciones! Participando.

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Los miedos nos hacen sucumbir en el terror y eso impide que veamos la lógica qué está frente a nuestros propios ojos.
Mucha suerte en el concurso.

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