Camila sabía que Fernando se iría el lunes por la mañana y seguramente pasaría mucho tiempo antes de que se vieran nuevamente. Aunque no habían hablado al respecto, el silencio entre ellos era prueba de la tristeza que latía en sus corazones.

Sabían que no eran una pareja perfecta, pero habían pasado momentos increíbles. A los dos les gustaba viajar, el baile, la música y ahora Fernando tenía la oportunidad de hacer una carrera profesional lejos de la ciudad:

_¡Vente conmigo! -le había pedido, pero Camila se había negado.

_En esta parte de tu vida, debes ser como una pluma al viento, Fernando: sin ataduras, dejarte llevar, disfrutar el proceso. Y seguro yo voy a atarte.

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Ese fin de semana era Semana Santa. No se levantaron temprano, decidieron quedarse en la cama hasta tarde y luego ir al concierto de pop de un grupo amigo. Se arreglaron para la ocasión y salieron. Al llegar al lugar, la multitud era impresionante, pero lograron hallar un lugar cómodo. Entre consignas y tarareando canciones, compartieron cervezas y unos frijoles negros de lata que habían llevado en la mochila. Aunque no tenían mucho, se tenían uno al otro y eso era suficiente.

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En pleno concierto, la vocalista del grupo llamó a Camila para que subiera a la tarima. Al principio, Camila se sintió apenada, pero Fernando, como siempre, la hizo sentir segura y subió. Ya en la tarima, con la guitarra y el micrófono en mano, sintió que era el momento para unas palabras de despedida:

_Esta canción es para Fernando, por todas las veces que fuimos uno solo. Que siempre guardes nuestros recuerdos y nuestros besos -dijo y comenzó a tocar la guitarra como nunca lo había hecho. Después de aquel fin de Semana Santa, todo el universo se paralizó para ellos, aunque a lo lejos seguía brillando la vía láctea.

Esta es mi participación para Cuéntame una historia, semana del 26 de marzo, de la comunidad de @freewriters. Si quieres participar, aquí te dejo el post de convocatoria.

HASTA UNA PRÓXIMA HISTORIA, AMIGOS