Hola, llegue, ¿Teresa donde andas? no te oigo.

Con estas palabras Margarita cada día, desea y anhela encontrar a su inolvidable amiga imaginaria.

Todas las tardes Margarita llega a su casa, cansada de laborar, casi arrastrando sus adoloridos pies, ella vive sola hace más de 10 años, su esposo murió, sus hijos fuera del país, sus vecinos emigraron a otros países buscando cambiar su vidas, ella sigue allí en su casa vacía.

Pero hace unos días su mejor amiga vino de visita desde lo más profundo de sus recuerdos y añoranzas de la infancia, donde se vieron por primera vez afianzando una amistad disfrutando de las más locas aventuras.

Margarita y Teresa pasaron los mejores años de su infancia juntas, eran inseparables ningún psicólogo pudo lograr la separación, sólo cuando Teresa se enamoró logró soltar a su amiga imaginaria.

Después de varios años de ausencia y silencios de pronto, nuevamente se encontraron las amigas de la infancia.

Sin embargo ya no se reconocen.

los cambios en su apariencia se han hecho bastante significativos, la niña alegre desapareció con el paso del tiempo; ya no es igual, Margarita tiene 80 años y Teresa aún sigue siendo una niña que solo desea jugar ,saltar cantar, reír, todo lo opuesto a lo que desea Margarita que solo quiere sentirse acompañada, escuchar risas y algún ruido que aleje la sórdida soledad que la envuelve.

Ahora ella no tiene una amiga imaginaria, su amiga se ha convertido en una nieta esa que siempre quiso pero nunca llegó, ella en su soledad a construido una dulce compañía a la que debe ayudar a crecer feliz sin saber que la energía y alegría de esa niña renovará las fuerzas pérdidas por la edad y las cargas que ha llevado a cuesta también en un saco imaginario.