Fiction: 572°F [EN/ES]

«Mark, trae la manguera. Apresúrate que el fuego se propaga». El bombero corría desde el camión hacia la casa en llamas.

«Rudolf, a un lado. Presión máxima. Ahora chicos». El agua brotaba por la manguera con una tremenda fuerza y los músculos de Mark parecían estallar sosteniendo el hule sacudiéndose estremecedoramente.

La frente cenizosa de Mark mostraba los rastros del sudor producto del calor. Los ojos azules reflejaban el intenso lumínico del fuego y la barba empapada de agua se sacudía ante el estrés de la situación apremiante.

El agua seguía golpeando con fuerza al fuego, en un combate de dos elementos enemigos por naturaleza. Mark seguía sosteniendo la manguera con toda su fuerza, mientras roseaba aquel infierno.

«Mark, Mark, ya no hay nadie en la casa. Voy a salir para ayudarte a extinguir el fuego». Rudolf aquel regordete veterano corría fuera de la edificación tan rápido como sus menudas piernas se lo permitían.

«¡Corre, Rudolf, corre!». Mark gritaba a todo pulmón.

En ese instante, el fuego llegó hasta el suministro de gas y una gran explosión sacudió a los hombres quienes fueron tumbados al suelo por la onda expansiva. Mark quedó en tinieblas y luego un silencio lo invadió todo.

«Mark, Mark. Despierta por favor». Una luz brillante empezaba a filtrarse por los parpados.

La imagen se iban aclarando poco a poco y la figura se iba convirtiendo en familiar. «Rudolf, ¿Dónde estoy?».

«Te diste un fuerte golpe, amigo. Por suerte salimos de eso a tiempo». Rudolf mostraba el yeso de su brazo izquierdo.

«Lo único que recuerdo es a ti corriendo hacia mí y luego me vi cayendo al suelo». Mark trataba de reincorporarse en la cama.

«Amigo, quédate ahí. Aún estás delicado y debes guardar reposo». Rudolf volvía a acostar a Mark.

Pasaron los días y Mark se recuperaba de sus lesiones. De nuevo volvía a su lugar en la estación de bomberos donde era recibido como un héroe por sus compañeros y Rudolf era condecorado por su valentía en el cumplimiento del deber.

Mark se había recuperado totalmente y estaba listo para la acción. Se sentía aburrido porque estaba en la estación haciendo trabajo de oficina. Cuando estaba haciendo el papeleo se acercó Rudolf. «Hola, Mark. ¿Cómo estás?».

«Un poco aburrido, ya quiero volver a la acción. Siento que no soy útil». Mark agachaba la cabeza.

«No te preocupes, Mark. Ya llegará tu hora. Ten paciencia». Rudolf palmeaba en la espalda del hombre.

En ese momento, la alarma sonaba estridentemente y la estación de bomberos se ponía en alerta. Un incendio forestal se registraba en las afueras de la ciudad. Inmediatamente los camiones de bomberos salían para atender la conflagración.

El sonido de las alarmas llenaba las calles, alertando a los ciudadanos del peligro que acechaba en el cerro. Las llamas estaban consumiendo todo a su paso y el humo se tomaba el aire limpio, volviéndose tóxico.

Mark veía impotente como sus compañeros salían a combatir el fuego salvaje desatado en el pequeño bosque de la ciudad, que amenazaba con llegar a las casas. La situación era apremiante, si no extinguían el fuego, este amenazaba con salirse de control y tomar la ciudad.

Era muy peligroso todo lo que se veía venir, Mark y Rudolf en la estación, solo podían dar indicaciones y coordinar la ayuda logística.

«No soporto más esto, Rudolf. Quiero ir allá para ayudar a mis compañeros. Somos bomberos no oficinistas, maldición». Mark golpeaba el escritorio.

«Mark, cálmate. Confiemos en nuestros compañeros». Rudolf ponía sus manos sobre el hombro del enajenado compañero.

El radio teléfono sonaba, una voz casi extinta decía, «Atención, atención, a la estación que escuche esto. Solicitamos un 1-2-4, repito un 1-2-4 en el cerro Mitchell, cambio y fuera».

Mark al escuchar esto, corrió hacia a buscar sus elementos y Rudolf tras de él, trataba de hacerlo razonar. «Mark, tú solo no pensarás ir, además, ¿Que harás con tus fuerzas limitadas?».

«Sé, que no seré una gran ayuda, pero tengo que aportar mi granito de arena a la causa. Solo así me sentiré vivo». Mark seguía colocándose sus implementos.

El radio teléfono volvió a sonar. «Atención, atención, 6-6-6, repito necesitamos un 6-6-6, estamos atrapados y el fuego se acerca rápidamente, cambio».

Rudolf contestó rápidamente, «Requiero coordenadas de su posición, cambio».

El bombero le dio a Rudolf las coordenadas y se cortó la comunicación. Él se dirige rápidamente hasta Mark, «Ok, chico. Vamos a entrar en acción, necesito que pilotes el helicóptero de rescate». Rudolf mostraba el brazo con el yeso.

«Pero no lo sé hacer bien». Mark soltaba un soplo de desilusión.

«Puedes hacerlo, solo recuerda las clases de pilotaje que te di, además, yo te iré guiando. No hay tiempo que perder». Rudolf instaba con afanoso tono a su amigo.

«Ok, si no hay otra alternativa. Vamos rápido». Mark y Rudolf corrían por las escaleras para llegar al helicóptero.

Mark temeroso subía al aparato volador y empezaba a presionar los botones, Rudolf subía a su lado. Los nervios carcomían la cabeza de Mark, pero Rudolf lo tranquilizaba y le iba diciendo que hacer.

El helicóptero empezó a sonar ruidosamente y Mark lo elevaba. «Suave, suave, no exageres la fuerza con la palanca». Rudolf aconsejaba a su amigo.

Mark movía el helicóptero bruscamente, pero rápidamente y con ayuda de Rudolf pudo controlarlo. El sudor corría presuroso por la frente de Mark. Después, de un tiempo llegaron hasta el punto indicado. Las llamas eran infernales y Rudolf tiraba las sogas para que los bomberos atrapados treparan.

Uno a uno fueron subiendo, cuando faltaba el último hombre, las llamas empezaron a rodearlo. El bombero hacía señas que se fueran, pero Mark hacia todo lo posible por acercarse más para rescatarlo.

«Vamos, Mark. Él ya está perdido, debemos salvar a los que podemos». Rudolf impotente tomaba el hombro de su amigo.

«No, debemos intentarlo nuevamente». Mark enfilaba nuevamente el helicóptero y en ese preciso instante llegaban los helicópteros cisterna y rociaban agua en la zona, le daban tiempo a Mark para volver a bajar y acercarse al bombero atrapado. El hombre agarró de la cuerda y Mark salía del lugar a toda velocidad.

Luego de unas horas, los bomberos restante extinguieron el fuego y solo se veía humo saliendo del cerro. Los bomberos rescatados daban las gracias a Mark y la bienvenida a la acción. «Buen trabajo, Mark, y gracias por ser tan testarudo. Jaja». Rudolf abrazaba a su amigo.

«Se siente bien volver a hacer lo que me apasiona, pero no vuelvo a coger un helicóptero en mi vida. Jaja». Las manos de Mark seguían temblando sin parar.

1-2-4 solicitar refuerzos
6-6-6 se requiere equipo de rescate