Fiction: Living life (Vivir la vida) [EN/ES]

Era el último documento del día y la cabeza de él no paraba de dar vueltas junto con un dolor crónico que se había vuelto parte de su vida. Se levantaba de su silla que se había amoldado a su cuerpo durante 10 años. Miró los cuadros con colores apagados y soltó un gran sollozo.

Con la mirada fija en la ventana que mostraba el suave ocaso, el hombre pensó: «he desperdiciado mi vida entre estas 4 paredes frías. Mi vida ha perdido la esencia de la alegría y solo me queda vivir sin sentido».

Se colocaba la chaqueta y tomaba su maletín de mano con pesadez, abría la puerta y con una languidez casi lastimera, caminó hacia el exterior para tomar su transporte para ir a casa. La oscuridad empezaba a caer como el telón de un teatro lastimero.

Él se había sentado en esa misma banca durante 10 años, conocía prácticamente todo el movimiento del tránsito y las personas que caminaban por el sector. Sacó una Aspirina de su maletín y se la tomo junto con un trago de la botella de agua.

«Cómo llegué a esto, me he convertido en un zombi social. Todo me sabe insípido y solo deseo que mi vida termine, tal vez así pueda ser feliz en otro momento, en otro plano existencial», hablaba en voz alta, atrayendo las miradas incautas de los transeúntes.

Al fondo se veía el bus que lo llevaría a casa. Se levantó con un exhalo de frustración y mientras fijaba los ojos color castaño en el vehículo, de la nada apareció una moto, sus formas toscas e imponentes llenaron los globos oculares del hombre, quien no tuvo más remedio que taparse el rostro con los brazos y esperar el terrible golpe.

Luego de unos segundos, el hombre escuchó un chirrido de llantas y después un silencio que inmediatamente fue interrumpido por una voz, muy angelical y melodiosa. «Disculpa, espero te encuentres bien».

El hombre se descubrió los ojos e inmediatamente miró a la persona frente a él. El casco era retirado dejando ver una bella mujer, ojos cálidos como el sol mismo y una sonrisa que encantaba los ojos de quién la viera. «No te preocupes. No fue nada, solo fue el susto». Él trataba de esbozar una sonrisa, pero sus nervios hacían tambalear la comisura de sus labios.

«Me alegro mucho. Me llamo Katherin».

«Yo... Yo... Me llamo... Rubén».

Ella esbozaba una tierna sonrisa que iluminaba los ojos de Rubén, luego ella le preguntó, «¿puedo llevarte?».

Rubén sintió que la rodillas le fallarían y lo dejarían caer, recobró el aliento y esbozó algunas palabras, «Disculpa, pero con lo que acaba de pasar, no me da mucha confianza».
«Anda anímate, soy muy buena manejando moto. Además es gratis. Jaja». Le pasaba el casco a Rubén, mientras le guiñaba un ojo.

Él no pudo resistir ese encanto sin igual y se dejó llevar por aquella mujer, que lo había hechizado. Rubén se subió a la motocicleta y tomó a la mujer de la cintura e inmediatamente Katherin arrancó a toda velocidad. El viento nocturno acariciaba el rostro del hombre y sintió eso que hace años había perdido entre la rutina del trabajo, y los problemas de la vida.

Rubén se sintió volar y sonreía, hacía muchos años no lo hacía con tal felicidad. Katherin volteaba a mirar al hombre. «Oye, ¿puedes acompañarme a un lugar? Tengo que hacer algo».

Algo hizo que Rubén asintiera con la cabeza y no le importó a donde lo llevará la mujer, solo quería seguir sintiendo esa libertad que había perdido en aquella oficina. Luego de unas horas, llegaron hasta un restaurante muy lujoso. Katherin detuvo la moto y se bajó. «Espérame, por favor, no me demoro».

Ella movía sus caderas con tanta sensualidad que Rubén quedó hipnotizado. Luego de unos minutos, gritos se escuchaban y Katherin salía corriendo. «¡Enciende la moto!».

Rubén sintió acelerarse el corazón y no tuvo más remedio que echar a andar la moto. Katherin se sentó y arrancaron, no sin antes ver a un hombre escurriendo vino y con salsa de fideos por todo el cuerpo. El hombre maldecía a Katherin y ella reía como una loca, en tanto la adrenalina fluía como cascadas por los cuerpos fugitivos.

«¿Qué pasó? Y ¿quién era ese hombre?» preguntó Rubén tratando de asimilar todo lo que estaba sucediendo.

«Ese era un imbécil. Quería casarse conmigo y lo encontré infraganti con la amante. Solo fui a decirle que ya no me iba a casar con él. Jaja».

Katherin abría los brazos y Rubén sentía su energía de libertad contagiándolo, Algo estaba pasando por la mente del hombre, algo que lo devolvía a la vida. «Caramba. ¡Qué forma de terminar con tu prometido! Jaja».

«Soy así, espontánea y me gusta vivir la vida como viene. Ahora vamos a bailar».

Rubén se dejó arrastrar por esa arrolladora forma de ver la vida y solo quiso recuperar el tiempo perdido. Bailaron durante varias horas al son del alcohol fluyendo por sus venas. Al terminar, fueron hasta la playa, se sentaron, contemplaron la luna llena y hablaron durante horas.

«Hace años no me divertía tanto, me volví un muerto en vida, hasta el día de hoy. Me siento tan vivo que no quiero que termine». Rubén soltaba un sollozo al aire y luego se llevaba la botella de vino a la boca.

«Qué mal. Es triste ver como la gente termina su vida en empleos vacíos y al final de su vida se dan cuenta que la habían desperdiciado». Katherin daba un sorbo de vino. «Yo nunca me vi así, siempre considere que la vida es mucho más de lo que nos muestran. Hasta el momento puedo decir que he vivido plenamente, haciendo lo que me gusta y sin dejarme llevar por lo que dice la gente».

«Te admiro, Katherin. No he conocido a alguien así con tu energía y alegría de vivir. Me gustaría contagiarme un poco de tu forma de ser».

Los ojos de Katherin se volvieron hacia Rubén, y una fuerza desconocida los llevó a darse un gran beso. Rubén llevó a Katherin a su apartamento y ahí consumaron su pasión. Ya al amanecer, Rubén despertó y vio que Katherin se había ido. Una tristeza invadió su corazón y los sollozos brotaban en un ciclo continuo de melancolía.

Se levantó y se dirigió hasta la cocina y encima de la mesa vio una nota. «Querido Rubén, me encantó conocerte y la pasé muy bien contigo. Gracias por acompañarme en mi pequeña aventura de la noche anterior, me divertí mucho. Ahora debo irme, viajaré por todo el mundo y disfrutaré lo que resta de mi vida. La vida es un soplo de viento y se termina cuando menos lo esperamos. Te parecerá una locura, pero siento que tú quieres ser libre, así que te espero en el aeropuerto, puerta tres, el vuelo sale a las 11am. Estaré esperando por ti, de lo contrario me gustó mucho conocerte. Un beso grande».

Miles de sentimientos se arremolinaron en la cabeza de Rubén, no sabía qué hacer. La duda lo mataba. Tenía que dejar todo y empezar una nueva vida junto a Katherin o seguir en su vieja vida. Después de mucho pensarlo, tomó una maleta empacó todo lo que pudo y salió hacia el aeropuerto, dejando toda su vida atrás.

Llegó hasta el aeropuerto corrió por todo el lugar buscando la puerta tres, finalmente Rubén la encontró, pero no había nadie. Miró un avión despegar por las ventanas del aeropuerto y supo que era demasiado tarde. Se dio vuelta y se encontró con aquella mujer que le enseñó y le enseñaría a vivir la vida.

«Hola, Rubén, porque demoraste tanto. Jaja».

Fin

---

---

_{Sources of the covers images
Source 1 Source 2
Edited by Rincón Poético.}

Original content

---

Visit our social networks

¡Thanks for you reading!

@rinconpoetico7