Fiction: Not giving up (No rendirse) [EN/ES]

«¿Cómo te fue hijo?», la madre preguntaba.

«Mami, creo que no nací para esto». El chico hacía hacia puchero.

«Ay, mi niño precioso. No te preocupes, solo trata de disfrutarlo. Recuerda que es una terapia». La madre abrazaba a su hijo y lo apretujaba contra su pecho.

«Madre, ya suéltame. Eres muy cariñosa. Puaj».

«No dejaré de hacerlo, hasta que me prometas que seguirás adelante. Jaja». La madre seguía apretujando al niño.

«Ok, ok, pero suéltame». El niño salía corriendo hacia su habitación.

«Jordy, recuerda arreglar tu habitación».

Susan se había separado del papá de Jordy hacía más de un año, era su único hijo, de unos once años, ojos azules igual que su padre, cabello como los rayos del sol y una pecas color cafés tantas como las estrellas en un cielo nocturno. Una sonrisa encantadora aunque hacía meses no la mostraba.

Ella había hecho todo lo posible para que Jordy tuviera una vida normal, a pesar de la difícil situación que aún estaba atravesado. Susan sentada en el comedor con sus manos sosteniendo su rostro, recordó aquel momento en que encontró a su esposo con su mejor amiga.

La cama nupcial había sido manchada con la pasión del pecado, y Susan con la sangre hirviendo en su ser, solo salió de aquella habitación con las lágrimas de frustración y odio recorriendo su tés blanca como la nieve. El cabello rojo como las hojas de otoño ondeaba con la brisa veraniega.

Meses terribles pasaron después de aquel encuentro y Jordy aún no podía asimilar la nueva situación que enfrentaba. Sus padres ya no estaban juntos, ahora solo era él y su madre, juntos frente a la vida que ahora los retaba a salir adelante con su amor.

«Jordy, se te hace tarde para tu clase de Karate». La madre había encontrado un escape para Jordy de su realidad tormentosa, y que mejor desfogar toda esa frustración con el Karate.

«Ya voy, mamá. Solo que se me perdió mi cinturón y no lo encuentro». Jordy alzaba el tono de su voz.

«¡Qué niño para desordenado!». Susan fruncía el ceño mientras reprendía a su hijo. «Busca dentro del armario o debajo de la cama».

«Ya lo encontré. No te preocupes». Jordy cambiaba el tono de la voz a uno más amable. «Ya bajo».

Jordy y Susan se encaminaban hacia la clase de Karate. La lluvia acompañaba la tarde que era oscura, no solo en el clima, sino también en la vida de los dos. Cada uno estaba lidiando con su sufrimiento y dolor a su modo.

«Buenas tardes, señora Susan y Jordy». El sensei los saludaba efusivamente.

«Buenas tardes, Kevin». La madre soltó un pequeño sosiego. «Disculpe la demora, es que se nos hizo un poco tarde».

«No se preocupe, Susan. Estaba por empezar la clase». Kevin los invitaba a seguir. «Hoy haremos unas eliminatorias para participar el torneo de artes marciales. Te deseo buena suerte, Jordy».

Jordy agachaba la cabeza mientras su madre lo abrazaba. «Agradece a tu sensei, Jordy».

«Gracias, sensei». Jordy salía corriendo hacia los vestidores.

«Discúlpelo, Kevin. Ha sido muy difícil para el superar lo de su padre». Susan soltaba un sollozo.

«Entiendo la situación, pero créame que Jordy es otra persona cuando está practicando. Es como si olvidará todo y disfrutara lo que hace, aunque a veces se frustra y dice que no sirve. Yo le digo que es muy bueno, que no dé marcha atrás». Kevin mostraba una sonrisa. «Susan, si gusta puede quedarse a mirar las eliminatorias».

«Me parece genial. Me quedaré a ver».

Kevin guiaba a Susan hasta un lugar especial para ver los combates. Susan miraba a Jordy y movía la mano saludándolo. Jordy se tapaba la cara y movía la cabeza de un lado a otro.

El maestro organizaba las llaves de los combates para sacar a un represente para el torneo. Susan emocionada veía como su pequeño competía. Era la primera vez que lo miraba pelear y parecía otra persona, había descubierto una nueva faceta de su querido hijo.

La primera fase de los combates fue relativamente fácil para Jordy. Susan gritaba emocionada al ver cómo ganaba su hijo los encuentros, una alegría efervescente le subía desde el estómago hacia la cabeza. «¡Vamos, Jordy, vamos!». Gritaba Susan.

Después de pasar varios oponentes Jordy había llegado a la final. El chico estaba emocionado al igual que su madre, podía verse en el torneo de las artes marciales, ganando el trofeo del campeón estatal.

«Jordy, Jordy, despierta». El instructor le chasqueaba los dedos.

«Vamos, hijo, a darle duro para ganar. ¡Yeah!». Susan estaba muy emocionada.

«Chicos, al centro. Recuerden los golpes bajos no valen, golpes en el pecho 2 puntos y golpes en la cabeza 3. El primero que complete cinco puntos ganará. Sean buenos competidores y salúdense». El maestro hacía una seña para que empezaran el combate.

Jordy inició lanzando unas patas y puños sincrónicamente, el oponente hacía lo mismo. Era un combate muy reñido, ninguno de los dos quería perder. El sudor empezaba a recorrer la frente de los combatientes que lo estaban dando todo por ganar.

Los minutos pasaban y Jordy estaba cansado, en un descuido, su oponente conecto un golpe en la cabeza. Jordy calló en la colchoneta de color azul, en tanto que Kevin mostraba tres dedos para el oponente. Jordy tomó un segundo aire se levantó y siguió el combate, no debía dejar que lo golpeé otra vez o perderá.

Jordy logró concentrarse e inspirado por su querida madre, logró dar un golpe en el pecho del oponente. Kevin mostraba dos dedos, el rival se enojó y empezó a ser más agresivo. El cansancio estaba mellando las fuerzas de Jordy y en un descuido el rival hacia una barredora, que tiraba al cansando chico a la colchoneta.

Susan gritaba, «¡Eso es falta, no vale!».

«Primera falta, a la segunda perderás el combate, escuchaste». Kevin instaba al rival de Jordy.

El sensei daba un descanso de cinco minutos para que los chicos se repongan. Susan corrió a ayudar a su hijo, quien estaba muy cansado. «Vamos, hijo, puedes hacerlo».

«No, estoy muy cansado y ese chico es muy fuerte, ya no quiero seguir». Los ojos de Jordy habían perdido el brillo.

«Vamos, hijo, llegaste muy lejos, no te des por vencido. Hoy descubrí una nueva faceta en ti y me hizo sentirme muy orgullosa, verte ahí luchando, así como los dos luchamos por salir adelante cada día, a pesar de las dificultades. Eres muy fuerte, hijo, para afrontar esta pelea y la de la vida. Recuerda que juntos venceremos, estoy contigo, mi niño. Te amo». Susan daba un beso a su hijo y volvió a su puesto.

Kevin llamaba a los combatientes al centro y daba la señal para que empezaran el combate. Nuevamente los golpes iban y venían en una danza de movimientos. Jordy inspirado en las palabras de su madre se tomó confianza y empezó a sobreponerse a su rival.

La madre se comía las uñas viendo la intensa lucha, en su mente repetía una y otra vez, «Tú puedes, mi niño».

Jordy pudo ver por un instante el descuido de su oponente y conectó un golpe en la cabeza. El rival caía en la colchoneta y Kevin finalizaba el combate dando como ganador a Jordy. La madre corría a abrazar a su hijo y juntos festejaban.

«¡Lo hice, mamá, lo hice! Jaja». Gritaba emocionado Jordy.

Susan soltaba algunas lágrimas y ella también supo que podría seguir adelante con su hijo, sin dudarlo. «Lo hiciste, mi niño, lo hiciste. Te amo».