Mi participación en Hispaliterario 41 / Pepinón y su talismán

Junto a una gran parcela sembrada de pepinos, un campesino preparaba un nuevo terreno de cultivo. Lo hacía con herramientas rudimentarias y técnicas ecológicas, es decir, mezclaba la tierra con compost, estiércol animal y humus de lombriz.

Frente a su hacienda, el campesino tenía un gran cartel que decía: " Hortalizas Primor , donde para nuestros cultivos solo usamos técnicas ecológicas, obteniendo productos cien por ciento sanos"

Mientras el campesino con sus bueyes araba el terreno aledaño al pepinar. Unos pequeños y diminutos pepinos que crecían en el pepinar, mantenían una seria disputa. Uno de ellos, el más grande, decía alardeando: “a mí, el más robusto de todos los pepinos, me llamarán Pepinón gigante”

Luego de una breve pausa, prosiguió: “ustedes débiles pepinillos lo verán y desearán ser como yo”. Aunque la mayoría de aquellos diminutos pepinos se echaron a reír a carcajada, algunos replicaron: “nunca seremos copia, recuerda que no van lejos los de delante si los de atrás saben correr; quien de nosotros será el mayor está por ver”. Y casi al unísono gritaban: “seré yo, yo, yo, yo…”

Pepinón ignorando lo que ellos decían continúa diciendo: “miren allá a la distancia, ven aquella nave a cielo abierto, en ellas hay muchos sacos, los logran ver?, pues bien esos sacos contienen urea” y proseguía: “yo escuché cuando el campesino decía a un visitante que le insistía que comprara de esa urea, que él decía, no usaré nunca ese producto ni otro producto químico en mis plantaciones, a pesar de que él insistía que bastaría unos cuantos sacos de ese producto para que nosotros superemos el tamaño del resto de las fincas colindantes”

Luego de una pausa continuó: “ya con anterioridad había escuchado a dos pájaros que sobre nosotros volaban decir que el dueño de esta finca es ecologista y usa productos cien por ciento naturales y era enemigo de los agroquímicos, mire usted, mire usted, repetía pepino en alta voz” y agregaba: “qué ignorancia la de él, hasta esos pájaros le critican por no encontrar ninguna larva o gusano que comer en esta finca”

Luego quedó pensativo por algunos minutos y añadió: "Pero ustedes, diminutos pepinillos, no se preocupen cuando yo crezca y sea bien grande. Exigiré al campesino dueño de la finca que nos eche urea, así ustedes podrán tener la oportunidad de crecer un poquito y yo, yo creceré mucho más”. Aquel pepino medía apenas 20 milímetros y ya se creía que era superior a todos. En su imaginación él crecería tanto que llegaría a tener el tamaño de aquel campesino. Él no comprendía que su tamaño, un poco mayor que los demás pepinos, era porque había sido el primero en salir. En su mente él era grande y robusto, mientras los demás eran simplemente diminutos, débiles y flacuchos pepinillos.

Él se pasaba todo el tiempo jactándose y criticando a los demás. Los criticaba por su color, por su aspecto o por su tamaño, y nunca hacía un comentario de apoyo a los demás. Ni tampoco le importaba la opinión de ellos; su único deseo era ser el mayor y más importante de todos. Pensaba que la meta era ser el rey de los pepinos, y para ello la vía correcta era que el campesino usara productos químicos en el pepinar para fortalecerse y crecer más grande que todos los demás pepinos.

Por ello, durante todo el día continuó gritando a sus compañeros y también gritaba al campesino cuando con su yunta de bueyes pasaba cerca de ellos, voceando así: “oye tú, porque pierdes tu tiempo regando ese apestoso estierco animal, porque no aprovechas y en su lugar usas abonos y fertilizantes químicos” y añadía: “no sabes acaso que con el uso de esos productos químicos nosotros creceremos rápidamente y seremos mucho más hermoso.

Por supuesto que en su ignorancia no se percataba de que el campesino no escuchaba nada de lo que gritaba, pues él era un simple pepino. Así transcurrió todo el día, ya en la tarde el campesino recogió su yunta de bueyes y se alejó para ir a su casa. Pero el pepino continuó con el mismo teque, incluso los pepinos replicadores dejaron de porfiar con él sobre ser el mayor y más importante y decidieron que mejor era dormir, pues ya comenzaba a anochecer.

Fue al ocultarse el sol que aquel pepino parlanchín dejó de hablar y gritar y decidió que era mejor dormir para tener nuevas fuerzas el próximo día. Además, tenía entendido que el sueño lo ayudaba a crecer y se estaba quedando atrás en eso, pues todos los demás pepinos ya estaban durmiendo. Mientras intentaba dormir, su mente vagaba y en su pensamiento solo quería continuar creciendo para ser el mayor. Por fin, sin darse cuenta, quedó dormido y entró en un profundo sueño. Bueno, no sé si él supo que era un sueño, ya que parecía tan real que prácticamente no había duda de que ya había amanecido el siguiente día.

Era un hermoso amanecer, tal vez el más hermoso de toda su corta vida, él nunca había visto una mañana tan bella, tan brillante. De pronto comprendió que aquella mañana era sin igual. De pronto vio venir volando los dos pájaros que en días anteriores habían pasado criticando las prácticas agroecológicas del campesino.

Una de aquellas aves traía en una de sus patas escondido un pequeño trozo de cristal ámbar que dejó caer sobre él, increíblemente. Aunque este pedazo de vidrio filoso penetró en su interior, no sintió dolor alguno. Todo lo contrario, sintió que aquello que acababa de penetrar en su interior había entrado para hacerlo el más sabio, grande e importante de todos los pepinos del mundo. Había recibido un don que lo convertiría en el rey de aquel pepinar.

Tan solo unos segundos más tarde aparecía frente al pepinar el campesino que decía a voz en cuello. Escuchen la plebe de pepinos ignorantes. Aquel que tenga el talismán será su rey. Él es el pepino más sabio y fuerte de todo el pepinar, y todos les llamarán rey Pepinón. El sorprendido gritó, "yo tengo el talismán, miren la cicatriz." De inmediato comenzó a crecer hasta llegar a ser un gigantón, el mayor de todos los pepinos que existían en el mundo.

De pronto escuchó una voz interior que provenía de su talismán. Y respondió: “¡dime, dime Talismán! ¿Dime de una vez, seré yo el rey?”. Casi sin terminar de hablar, el talismán respondió: “¿Es ese tu deseo, Pepinón?”. “¡Sí, sí!” Exclamó exaltado Pepinón quien fue interrumpido por su talismán: “Pues bien, ese es tu deseo, pero yo no estoy aquí para convertirte en rey. Estoy aquí para ayudarte a discernir quién será el pepino más valioso de este pepinar y tú decidirás si deseas ser el pepino rey o el pepino más valioso de este pepinar.”

Luego prosiguió su intervención: “comenzaré explicándote cuál es el destino de ustedes, los pepinos. Unos, los más infelices de todos los pepinos, no lograrán crecer, pues, producto a diversas plagas mueren, apenas comienzan a crecer. Por suerte, para ustedes, solo un mínimo de ustedes pasarán por ese agravio, ya que el uso de las prácticas agroecológicas del campesino que los cultiva, reduce significativamente ese riesgo.”

“A este grupo de desafortunados le continúan otros pepinos que igualmente tendrán un fin desafortunado; ellos producto a diversas plagas, el abuso de fertilizantes químicos y diversas causas que tardaría mucho en explicar. Terminan su corta vida con sufriendo una mala formación o pudriéndose alguna parte de ellos. Una vez más, debo reiterar que las prácticas agroecológicas del campesino que los cultivan, reducen significativamente ese riesgo. Haciendo de este campo una especie de santuario excepcional, con un mínimo de pepinos desechados. Pues, a diferencia de este campo, aquellos cultivos tratados con agroquímicos, tienen un gran número de bajas que son extirpados del pepinar y lanzados a la basura.”

“Al tercer grupo le espera mejor suerte que los dos anteriores; ellos no lograrán tener la calidad óptima para ser vendidos en un agro mercado. Así que terminarán vendidos como alimento animal o para ser triturados y procesados en una industria alimenticia. Pero sabes Pepinón, un suelo abonado con productos naturales hace que los frutos cosechados en él sean sanos y fuertes. Otro logro de la agroecología.”

“En el cuarto grupo se encuentra el rey del pepinar, por decirlo de alguna manera, los pepinos más famosos están en este grupo. Aunque todos los miembros de este grupo son considerados productos de óptima calidad y serán vendidos en agro mercados. Solo un pequeño grupo recibirá el elogio de los consumidores, ellos podrían considerarse reyes entre sus compañeros. Por suerte, para ustedes, las Hortalizas Primor serán exhibidas para la venta en estantes donde solo se exhiben productos ecológicos muy demandados por ser sanos y saludables. Pero aun así no serán los más importantes de todos los pepinos y su fin será ser servidos como ensalada en la cena de los hombres.”

“Los verdaderos ganadores están en el quinto y último grupo. Algunos selectos pepinos, separados por el agricultor que los cultivó, serán dejados en el pepinar hasta su maduración. Entonces serán recogidos con mucho cuidado y esmero, pues ellos albergan las semillas que darán orígenes al próximo pepinar que cubrirá estos suelos futuramente. Ellos, y solo ellos, serán continuidad de su especie.”

Pepinón estaba atónito, el que era un parlanchín de primera, no decía ni una sola palabra. Tuvo que ser coaccionado por el talismán que le interrogó diciendo: “¿De cuál de esos grupos quieres ser tu Pepinón? ¿Quieres ser del cuarto grupo, donde están los más famosos y costosos pepinos?” Pepinón con voz entrecortada por el sollozo, contestó: “no mi talismán, tú me acabas de mostrar que estaba equivocado en todo. Ya no quiero ser el rey del pepinar, quiero ser un pepino para semilla, quiero dejar mi huella y solo siendo un pepino que sirva para semilla podré ser replicado y dar continuidad a mi especie.”

“Además, debo darte las gracias Talismán por haberme enseñado a valorar que hace el campesino que nos cultiva. Gracias a ti y siento una alegría sin igual, la alegría por tener un talismán.” Dicho esto, Pepinón comenzó a encogerse hasta regresar a su tamaño original, el que tenía antes de recibir en su interior el talismán. Era una sensación extraña, no se sentía triste por sentir que su cuerpo se encogía. Todo lo contrario, sentía por primera vez paz interior. En ese preciso instante despertó.

Todos los pepinos esperaban que al despertar comenzara como de costumbre a alardear, pero esta vez los sorprendió. Con voz apacible y muy calmado, comenzó a decir: “Tengo algo importante que decirles: ya no aspiro a ser el mayor, ahora tengo la mejor de las metas que un pepino puede aspirar, quiero crecer saludable para convertirme en un pepino para semillas”. Y sonriente agregó “así que quien desee ser el rey que pelee entre ustedes por ese puesto. Yo hoy me deleitaré viendo trabajar al campesino y sus bueyes. Y si alguien quiere saber qué me pasó, miren con detenimiento y verán la alegría que brota de mi interior.”